En la localidad platense de City Bell, cuando todavía era un pueblo chico, de calles de barro y bicicletas apoyadas contra los árboles, creció Pedro Horacio Vojkovic, el segundo hijo de don Pedro Vojkovic y Mercedes Acevedo. Su padre, don Pedro, había nacido en una isla de la actual Croacia y había llegado a la Argentina en 1939, escapando de la guerra y el hambre. Dejó atrás a su familia de origen, su idioma y los paisajes de mar y piedra para empezar de nuevo en un país desconocido, sostenido apenas por su voluntad de trabajo y progreso.
Al poco tiempo de arribar a Argentina, don Pedro trabajó en un hotel de inmigrantes, junto a otros compatriotas que lo ayudaron a instalarse, y después en distintos comercios gastronómicos de Buenos Aires. Era un hombre alto, de casi dos metros, modales elegantes y una simpatía que lo volvía querido por todos…