Hay vidas cuya huella se vuelve difícil de seguir. No porque hayan sido menores, sino porque quedaron dispersas, escondidas en los silencios de la pobreza, la migración y la guerra. La historia de José Luciano Romero es una de ellas. Al reconstruirla, aparecen huecos, retazos, escenas sueltas. Y sin embargo, en esos fragmentos se advierte la intensidad de una vida corta y dura, atravesada por responsabilidades tempranas y por un destino que lo llevó, con apenas diecinueve años, al frente más crudo de Malvinas.
José Luciano nació el 19 de marzo de 1963, hijo de Martín Romero y Gabina Jorgelina Franco. Fue uno entre muchos hermanos —tres por parte de sus padres y diez por parte de su madre— en una familia marcada por la precariedad y las distancias. Pasó su infancia en Paso Tala, un paraje rural de Perugorría, Corrientes, sin red eléctrica, donde la escuela era única y el trabajo empezaba temprano. Era común verlo en las plantaciones de choclo y zapallo, combinando estudio y changas para ayudar en la casa. Cuando no estaba trabajando, escuchaba chamamé o caminaba por el pueblo junto a su cuñado, amigo y confidente…